LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO

El corredor era más fuerte que el infinito dolor del kilómetro treinta y cinco, pero pensó que unas pocas gotas de agua mojándole los labios quizá no le irían mal. Inmediatamente, un ángel se materializó sobre su cabeza, se sentó sobre sus hombros y preguntó:

– ¿Qué te hace pensar, humano, que tu ángel de la guarda se apiadará de ti?

Fotograma de La soledad del corredor de fondo, basada en el relato del mismo título de Alan Sillitoe. Fuente: https://ishootthepictures.files.wordpress.com/2010/09/vlcsnap-2010-09-09-22h56m00s196.png
Fotograma de La soledad del corredor de fondo, basada en el relato del mismo título de Alan Sillitoe. Fuente: https://ishootthepictures.files.wordpress.com/2010/09/vlcsnap-2010-09-09-22h56m00s196.png

ENTRE EL DOLOR Y LA NADA

La inquisición no tardará en llegar y pondrá orden. Se acabará este sindiós de hombres brotando de la tierra como verduras y de párrocos que dan su visto bueno al libre albedrío. Qué vergüenza. Qué caos. Últimamente se han visto hasta ingenieros por las calles. Y se rumorea que los tomates con genes han llegado al pueblo. La gente normal ya no podemos salir tranquilos a la calle, ni sabemos dónde comprar comida sin tener una conversación sobre Faulkner. Con tanta tontería, cualquier día de estos amanecerá por el oeste. Les he denunciado a todos. Donde haya orden, ¿quién quiere libertad?

(Este relato está dedicado a Jose Miguel Mulet Salort (Tomates con genes) y a Rosa Porcel (La Ciencia de Amara), por no tirar la toalla en su empeño de iluminar lo que otros prefieren mantener en la oscuridad.)

Conversaciones sobre Faulkner.
Conversaciones sobre Faulkner.

EL PACTO

El incómodo cadáver del mediador familiar nunca protestaba. Hiciera frío o calor, permanecía en silencio. Tampoco se quejaba cuando cambiaban de canal sin avisar. No parecía interesarle la televisión. Ella intentó encontrarle acomodo debajo de la alfombra, pero el resultado no fue satisfactorio. Finalmente, lo dejaron donde estaba, tal como había caído. Decidieron que era mejor no remover las cosas. Después de todo, no era más que una piedrecita en el zapato, un poco molesta, sí, pero que tampoco impedía del todo seguir la marcha. Cuando empezó a oler, compraron jazmín, luego incienso. El tiempo seco del verano ayudó a que las sombras no se escaparan del sótano.

Chasing monsters. Fuente: http://www.cbc.ca/nl/features/chasingmonsters/images/17.jpg
Chasing monsters. Fuente: http://www.cbc.ca/nl/features/chasingmonsters/images/17.jpg

SEMBRAR BISONTES

Pintando aquellos extraños bisontes en libretas y papeles. Así pasaba el tiempo mientras el profesor explicaba, cualquiera que fuera la asignatura. La mayoría de profesores le habían dejado por imposible. El resto alentaba su obsesión, con la esperanza de que si la cultivaba con ahínco acabara convirtiéndose en ilustrador o pintor. No sabían lo que hacían. Un día repartió por el camino que llevaba hasta el colegio todos los dibujos que había hecho, unos cuantos cientos. Cuando hubo acabado, una ventisca se alzó y se llevó por los aires todas sus obras. Al día siguiente, justo antes de empezar las clases, una estampida de bisontes arrasó el colegio y los campos colindantes. Se suspendieron las clases durante días, y nos alegramos. A decir verdad, también nos alegramos de que no hubiera dibujado lobos.

Sembrar bisontes. Fuente:  http://abcnews.go.com/images/International/AP_week_in_pictures_banksy_jef_150227.jpg
Sembrar bisontes. Fuente: http://abcnews.go.com/images/International/AP_week_in_pictures_banksy_jef_150227.jpg

 

TODOS FIRMAMOS

Al capitán le dio por pintar extraños bisontes en las paredes de la cueva donde nos refugiábamos. Mezclaba piedras marcianas convenientemente machacadas con aceite de robots estropeados. Conseguía un brillo y una textura semejante a las de las pinturas rupestres. De vez en cuando también dibujaba el perfil de un cohete o una trayectoria de la Tierra a Marte.

– ¿Por qué lo hace? -me atreví a preguntarle un día.

– Para recordaros que cincuenta mil años de historia humana nos contemplan.

– ¡Pues qué bien! -protestó Kurtz-. Tanto esfuerzo para acabar como al principio.

– No -le corrigió el capitán-, no estamos igual que al principio. Ahora miramos a las estrellas y no tenemos miedo. Miramos cara a cara al mundo y no inventamos supersticiones: inventamos cohetes.

Todos firmamos las pinturas con la palma de nuestra mano cuando el oxígeno empezó a escasear.

Todos firmamos. Fuente de la imagen: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/f4/SantaCruz-CuevaManos-P2210651b.jpg
Todos firmamos. Fuente de la imagen: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/f4/SantaCruz-CuevaManos-P2210651b.jpg

FRENTE AL ESPEJO

A nadie se le ocurrirá que solo quiso volar, como antes. Se limitarán a extraer la aguja de su cuerpo y a ponerle etiquetas. Sobredosis. Drogadicto. Perdedor. Nadie verá lo último que vio él, cuando su mirada se cruzó con la mirada que le devolvía el espejo del baño donde le encontraron y, más allá del náufrago que era, se vio a sí mismo como el niño que fue. Ocurrió contra todo pronóstico, porque en aquel cuerpo arrasado no quedaba ya nada del niño que había sido, salvo quizá una chispa de inocencia en su mirada. Ese leve destello le salvó. Esa tenue luz despertó en él, por fin, lo que todos queremos en algún momento: ser de nuevo niño, una segunda oportunidad, ilusionarse otra vez con los juguetes más sencillos. Recordó la pelota verde que tenía cuando no era más que un crío, y lo bien que se lo pasaba jugando con ella, y tantas otras cosas. La droga no consiguió someterlo del todo gracias a aquel último baúl de los recuerdos. La victoria del hombre fue querer abrirlo y creer de nuevo en todo lo que contenía, a pesar de haber perdido ya el cuerpo por completo. Contra todo pronóstico, se hundió en el silencio enarbolando una sonrisa como última señal de su victoria. Aquí viví yo, aquí sigo siendo yo. Nadie entenderá bien esa sonrisa. Nadie intuirá el capitán aferrado aún al timón mientras el barco se va a pique sin remedio, nadie verá su corazón incendiado en el último momento, su firme voluntad de caminar hacia la misma orilla donde el niño sigue jugando para siempre.

Escalera. Foto de Chema Mádoz. Fuente: http://nodosblog.com/chema-madoz-fotopoesia-en-la-pedrera
Escalera. Foto de Chema Mádoz. Fuente: http://nodosblog.com/chema-madoz-fotopoesia-en-la-pedrera

PIERDE EL MIEDO

Se dirige a la jaula de los leones para demostrarle cuánto se equivoca. Entra decidido y se tumba ante las bestias sin que éstas le presten atención. Desde el suelo, alza la mirada y busca un punto situado en el techo de la jaula. Ahí está: la ventana al infinito, el punto conectado con todos los puntos del Universo. ¿Ves?, exclama, sin dejar de mirarlo, cuando está activado, los leones no te atacan. El amigo le mira asombrado pero se mantiene fuera de la jaula. Para acabar de convencerle, le tiende la mano y dice: Ven, si quieres contemplar el Aleph, deberás perder el miedo a los leones.

Helix nebula. Fuente: cortesía de la ESA/VLT http://www.eso.org/public/archives/images/publicationjpg/eso0907a.jpg
Helix nebula. Fuente: cortesía de la ESA/VLT http://www.eso.org/public/archives/images/publicationjpg/eso0907a.jpg

TEATRO DE MARIONETAS

Se dirige a la jaula de los leones para demostrarle cuánto se equivoca. Su amigo intenta salvarle, pero yo soy más poderoso: soy la voz que oye en su cabeza. Me obedece convencido de obedecer al dios en el que cree, y se planta ante los leones sin temor alguno. El amigo ve impotente cómo las bestias le matan y casi le devoran. Cuando recuperan los restos, pide, por favor, que le permitan diseccionar el cuerpo. Muevo los hilos apropiados para que le sea concedido, y observo durante días cómo estudia el cerebro al que no pudo disuadir. Quiere comprender. Quizá dentro de siglos el ser humano sea un rival digno. Por ahora, no es más que un juguete.

Estamos en la prehistoria de la auténtica historia del ser humano, si es que alguna vez llegamos a tener historia. Fuente: https://doninmass.files.wordpress.com/2012/10/520391main_2011-1643-m_full.jpg
Estamos en la prehistoria de la auténtica historia del ser humano, si es que alguna vez llegamos a tener historia. Fuente: https://doninmass.files.wordpress.com/2012/10/520391main_2011-1643-m_full.jpg

CONTACTO

Pudo esquivar la primera piedra porque no pensó en lo que estaba sucediendo. Con la segunda no tuvo tanta suerte: la sorpresa ya había embotado sus reflejos y el proyectil impactó contra su hombro derecho después de rozarle la mejilla. La tercera le dio en el muslo, cuando ya caía al suelo. Frenó el impacto con la palma de las manos y las rodillas, como pudo. La bicicleta se le enredó en las piernas. Se hizo bastante daño. Los pedales le arañaron los tobillos. Tenía ganas de llorar. Pero no lo hizo. Eso hubiera sido darles una satisfacción muy grande. Los niños se habían escondido detrás de una esquina y habían salido por sorpresa lanzando piedras y gritando cuando ella pasaba con la bicicleta.

– ¡Las niñas no van en bici! -vociferaban embravecidos.

Haberse caído de la bici ya era humillación bastante. No quería, encima, que la vieran llorar. Así que aguantó el dolor apretando los dientes y contuvo las lágrimas.

Los niños no se atrevieron a acercarse. Lanzaron unas cuantas piedras más, de las que se protegió como pudo, y se fueron corriendo antes de que ella pudiera levantarse, como si temieran que pudiera replicarles lanzándoles la bicicleta por la cabeza.

Sus risas y sus gritos se fueron atenuando a medida que se alejaban.

Ella se quedó sentada en el suelo unos minutos, triste. Nadie la ayudó. Su vestido se había roto y estaba lleno de polvo. El pañuelo que cubría su cabeza se había desplazado y su melena había quedado libre. Sentía el viento agitar su cabello. Suspiró. La gente que pasaba cerca la miraba y ella se sentía desnuda. Pero no se dejó intimidar. Recogió de nuevo su melena manteniendo la mirada alta y se colocó bien el pañuelo. Luego contempló la palma de sus manos. Había sangre en sus manos, y le dolían. También le dolían las rodillas, y el hombro y el muslo. Regresó a su casa caminando, lentamente. Sabía que al llegar su madre le reñiría, por haber ido en bici, por haberse caído, por ir sucia, por haber roto el vestido, por haber llamado la atención. Ese carácter no sería bueno a la hora de buscar marido.

Recordó a aquel señor tan raro que había visto un par de veces en internet, antes de que su madre le quitara el ordenador. Tenía las orejas puntiagudas y con la mano alzada y los dedos anular y corazón separados decía:

– Live long and prosper.

No entendía muy bien nada de lo que le sucedía a aquel señor, pero le caía bien. Las pocas veces que lo había visto le habían bastado para comprender que era un bicho raro, como ella. De vez en cuando pensaba en él durante el día, y muchas noches soñaba que aparecía en la terraza de su casa, junto con sus amigos, casi tan raros como él, y se ponían hablar. Con ellos podía hablar de cualquier cosa sin miedo. Les hacía todas las preguntas que bullían en su cabeza y nunca se atrevía a hacer en el colegio. Ellos le explicaban con paciencia todo lo que sabían y todo lo que habían visto en sus viajes. Al despertar nunca recordaba las respuestas, sólo las preguntas, y alguna que otra palabra suelta, pero era divertido tener esos sueños.

– Capitana Suhayma, ¿se encuentra bien?

La voz del primer oficial la sobresaltó. Apartó la vista de la Tierra y sonrió. El albedo azul del planeta iluminaba tenuemente el interior de la cúpula de observación. El hombre que se había preocupado por ella flotaba en caída libre a poco más de un metro de distancia de su rostro y esperaba pacientemente una respuesta. Ella tardó aún unos segundos en responder. Pensó que le llenaba de paz contemplar la Tierra desde el espacio y que había luchado mucho por conseguir estar donde estaba.

– Sí -respondió finalmente, sin perder la sonrisa-, me encuentro muy bien. Sólo recordaba la primera bicicleta que tuve, cuando aún era una niña.

Live long and prosper. Fuente: https://pbs.twimg.com/media/B-99gBAU8AAqx1b.jpg:large
Live long and prosper. Fuente: https://pbs.twimg.com/media/B-99gBAU8AAqx1b.jpg:large

EL VIGÍA CIEGO

No creo que pueda pedirse mucho más para ser un lunes por la tarde. En la ciudad es casi imposible inhalar una bocanada de aire limpio. Y los lunes es peor. Hay más tráfico, y más rápido y nervioso. No puedo ver los vehículos. Pero lo noto. Debería de ser como cualquier otro día de la semana pero en la práctica hay más ruido, más bocinazos y frenazos, más prisa, menos ganas. Gritos. Vibraciones. Golpes. Empieza la semana, la gente está nerviosa. Se nota incluso en los niños, que pasan a mi lado y me pegan más de lo normal. Ahora por la tarde todo está más tranquilo, lo peor ha pasado. La luz declina, oscurece. Se intuye la noche, el aire es más fresco. Más limpio. Se respira mejor. He sobrevivido. Un día más. Es difícil y cansado ser un árbol urbano.

 

 

Dinosaurio urbano. Foto: Víctor Guisado Muñoz.
Dinosaurio urbano. Foto: Víctor Guisado Muñoz.
La Pedrera, Barcelona. Foto: Víctor Guisado Muñoz.
La Pedrera, Barcelona. Foto: Víctor Guisado Muñoz.
Anochecer en el rompeolas, Barcelona. Foto: Víctor Guisado Muñoz.
Anochecer en el rompeolas, Barcelona. Foto: Víctor Guisado Muñoz.